La cocina estaba organizada e inspirada por el Chef, todo era armonía, cada colaborador hacia lo que le correspondía, con dedicación y esmero escuchaban las indicaciones del capitán al mando, el guía, el que tenía ese don especial para deleitar con sus platillos. Sabían que, en cualquier momento, en cualquier día de la semana podrían estar siendo evaluados por directivos de la estrella Michelin, máximo reconocimiento para un restaurante o para el chef, alcanzar este distintivo era lograr la primera estrella que los llevaría a ser reconocidos por su calidad en su cocina, primer paso para seguir escalando, lograr la segunda hasta llegar a la tercera estrella, lo máximo de lo máximo.
