La vida cotidiana a veces nos hace perder la congruencia en nuestros actos, nos enojamos, y en ocasiones podemos enojarnos con la persona que menos culpa tiene, llegamos a casa y rematamos con la esposa (o), puede ser que haya sido algo insignificante pero eso bastó para detonar mi enojo, ya no queremos cenar o lo hacemos cada quien por su lado. Nos vamos a dormir sin decir palabra y como nadie da su brazo a torcer, se apaga la luz y a dormir, claro, enojados. ¿Te ha pasado?
Vivimos por gracia de Dios por ello debemos de disfrutar la vida en cada instante, amar sin condición y practicar el perdón, alguien tiene que tomar la iniciativa y tomar acción. Dormir reconciliados es maravilloso, ayudamos a nuestra salud y sobre todo, a nuestra relación matrimonial.
Nunca es una palabra que nunca se debe de utilizar, pero hay sus excepciones, nunca nos vayamos a dormir enojados, se los pido de corazón, vale la pena, se los aseguro.
Te invito a compartir esta reflexión, puede que le llegue a matrimonios que esperaban este mensaje.