Tuve la oportunidad de ver esta película y puedo destacar tres momentos que me impactaron, el primero fue la escena en donde tienen colgado a un esclavo, porque desobedeció al amo, pasó varias horas así, solo aquel esfuerzo sobrehumano lo mantenía con vida, sus pies tocaban apenas el piso; al rededor jugaban niños, otros esclavos trabajaban, como todos los días. Otra escena fue cuando estaban cantando una bella canción todos los esclavos, al pie de la tumba de un compañero que murió de cansancio, uno de ellos, empezó a murmurar la canción, poco a poco empezó abrir sus labios para acompañar la alabanza a Dios, al final, el esclavo que murmuraba cantaba, o si gustas puedo decir, alababa a Dios en medio de tristeza y sufrimiento, en medio del lodo, lejos de su familia, lejos de donde podía tener un hogar, un amigo, alguien que lo pudiera abrazar, sin embargo, cantó con todo su corazón. La última escena fue aquel encuentro del esclavo con su familia, después de estar 12 años ausente, ver de nuevo a sus seres queridos, una hija ya casada y con un hijo entre sus brazos, un hijo ya adolescente, y la bella esposa, con sus arrugas por el tiempo sufrido y, sobre todo, perdido.
Hoy puedo ver estas escenas representadas en mi vida, porque hay momentos en que me pasa como la escena del esclavo que está a punto de morir, todos mirando sin hacer nada, no es el mismo escenario, pero si lo es cuando veo a mis padres seguir su vida y en ocasiones me pierda en las cosas del mundo, pensar que con una llamada a los me dieron la vida es suficiente, ahí es como me reflejo en esos esclavos, solo mirar y no hacer algo más por mis seres queridos. Me reflejo de igual manera cuando veo en alguna reunión discutir entre amigos, no me involucro pensando que no es mi problema, que ellos lo solucionen, total, mientras no se metan conmigo.
Me pierdo en las cosas del mundo y no agradezco a Dios los regalos que a diario me da, alabo a Dios en momentos de alegría y me olvido de hacerlo más profundamente cuando las cosas no salen bien, tener siempre presente mi fe en Dios y tratar de contagiar a los demás. Todos los días tengo el regalo de la vida, de poder ver, caminar, mirar, y en ocasiones solo me limito a una breve oración y listo, creo tengo mucho porque agradecer a Dios.
Por último, me reflejo en esa escena donde a 12 años de ausencia, encuentra a su familia de diferente manera física y moralmente. A más de 26 años de matrimonio con mi colochita, en ocasiones he estado ausente, como al principio con mi problema con el alcohol, mi vida era otra, la sociedad me absorbía y por supuesto que mis prioridades eran otras. Encontrar mi sobriedad física ha ayudado a tener más cercanía con mi esposa, a la que le juré amor eterno. Repaso en mi mente y aún tengo mis momentos de ausencia, como cuando a mi adorable esposa no la apoyo con los quehaceres en el hogar argumentando que estoy ocupado. Sus manos lindas y frágiles se cansan y aún más con la fibromialgia que llegó a nuestras vidas. Me veo ausente al verla adolorida, cansada y sin ganas de salir a pasear y no comprenderla del todo. Bien dicen que la fibromialgia es una enfermedad invisible que en ocasiones solo la persona que la padece la siente, la siente en carne propia.
Le pido a Dios que me de fortaleza y humildad, para que no me haga esclavo de las cosas materiales, del trabajo, del éxito, y al perderme en mi propia esclavitud, mi familia crezca y yo no pueda verla.
Quiero con todo mi corazón y con todas mis fuerzas la compañía de Dios, que siempre esté presente en mi vida y no deje que las cosas del mundo me alejen, como ese esclavo lejos de mi familia, lejos de mi amada esposa, de mi colochita a la que amo con todo mi corazón.
¿En tus años de matrimonio en que momentos te ves ausente?
Estoy seguro que tienes varios momentos, y si los has identificado, felicidades, hay personas que ni cuenta se dan.